Aprende técnica, coordinación, condición física y trabajo en equipo. Nuestro enfoque fortalece hábitos saludables y aprovecha el tiempo libre con un proceso formativo y seguro para la comunidad.
Construimos comunidad a través del microfútbol, creando espacios seguros donde niños y jóvenes se sienten acompañados y valorados.
Formamos con disciplina y valores: respeto, responsabilidad, trabajo en equipo y liderazgo para la vida dentro y fuera de la cancha.
Acompañamos el crecimiento integral: hábitos saludables, apoyo a la educación y orientación para aprovechar oportunidades reales.
Prevenimos riesgos fortaleciendo el uso del tiempo libre: más deporte, más metas, y menos caminos que pongan en peligro su futuro.
Antes solo pasaba el tiempo en la calle, pero en la escuela aprendí a entrenar, a respetar y a no rendirme. Ahora tengo metas: quiero estudiar y ser futbolista. Aquí entendí que sí hay oportunidades cuando uno se esfuerza.
Con el microfútbol aprendí disciplina y a usar mi tiempo libre en algo bueno. Me siento más seguro, con más confianza, y rodeado de personas que me apoyan. Hoy creo en mí y en mi futuro.
Entrenar me ayuda a mantenerme enfocado y a alejarme de cosas que no me convienen. Aquí hice amigos, aprendí a trabajar en equipo y a soñar en grande. Quiero aprovechar esta oportunidad y demostrar que se puede salir adelante.
El microfútbol es más que un deporte: es un espacio seguro que fortalece la disciplina, el trabajo en equipo y la autoestima. A través del entrenamiento y la competencia sana, niños y jóvenes aprovechan su tiempo libre, se alejan de entornos de riesgo y construyen hábitos que protegen su vida y su futuro.
El microfútbol es mucho más que un deporte: es una herramienta poderosa de formación y protección social, porque crea un espacio seguro donde niños, niñas y jóvenes pueden aprovechar su tiempo libre de manera positiva, aprender disciplina y construir proyecto de vida. Cuando hay entrenamientos, partidos y metas claras, el día se organiza alrededor del esfuerzo, la constancia y el trabajo en equipo, reduciendo el tiempo ocioso y la exposición a entornos de riesgo. En la cancha se fortalecen valores como el respeto, la responsabilidad, la solidaridad y el autocontrol; además, se desarrollan habilidades para la vida como la toma de decisiones, la comunicación, el liderazgo y la resolución pacífica de conflictos.
Esto es clave para prevenir el reclutamiento por grupos que se aprovechan de la falta de oportunidades, porque el microfútbol ofrece pertenencia, identidad y reconocimiento en un entorno sano, donde los referentes son entrenadores, compañeros y la comunidad, no la violencia. También permite detectar a tiempo situaciones de vulnerabilidad: un equipo unido y un proceso constante hacen que nadie pase desapercibido, y eso facilita orientar, acompañar y conectar a los jóvenes con rutas de apoyo, estudio y oportunidades. En resumen, impulsar el microfútbol en la comunidad es invertir en salud, convivencia y futuro, porque cada hora en la cancha es una hora ganada para la vida, para los sueños y para la construcción de paz desde el barrio y el territorio.
Preguntas Frecuentes